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jueves, 6 de agosto de 2009

Promesas... promesas en el espejo...






Hola amigos!!
Aquí les dejo un cuento para compartirlo. Habla de una promesa. Todos hacemos promesas a lo largo de nuestra vida, a veces sin el compromiso real que encierra la palabra, sin importarnos cuanto pesa dicha pàlabra en el otro, pero cuando nos toca a nosotros pretendemos, esperamos fervientemente que el otro cumpla con su promesa... no importa de qué manera...





La promesa

De repente estaba perdido en medio de la ciudad. Deambulaba desorientado por el medio de la avenida como si fuera etéreo, sin saber que me había ocurrido, sin cargas ni preocupaciones que ocupen mi mente, y sin darme cuenta del peligro que aquello suponía para mi bienestar.
Tal parece que un alma caritativa se apiadó de mí y acercándose me tomó del brazo suavemente pero con seguridad y bastante determinación me prometió ayuda, llevándome a mi hogar. Al mirar quien era mi benefactor encontré que se trataba de un anciano pulcramente vestido, de suaves cabellos blancos y noble mirada, pero en ningún momento logré recordar si lo conocía de algún lugar. Tampoco me detuve a pensar como esta persona pudiera saber mi domicilio. Lo cierto es que me dejé llevar sin más.
Caminamos largo tiempo hasta que las luces de la ciudad quedaron atrás y se extinguieron lentamente, e incluso el mismo camino pareció desaparecer bajo nuestros pies y la tierra que pisábamos comenzó a enfriarse con la llegada de la noche.
Las palabras de mi acompañante siempre sonaban reconfortantes y amorosas a mis oídos, aunque no recuerdo que me decía con exactitud.
Así era como en una especie de embeleso avanzábamos a paso constante, sin prisa pero seguro, hasta que a lo lejos un rumor de olas batiendo contra las rocas se dejó oír.
Seguimos adelante y pronto llegamos a orillas del mar. Allí sorteamos erosionados peñascos, arena y espuma hasta penetrar por una caverna lóbrega y oscura.
Al ver el paisaje tenebroso, comencé a temer y me detuve. Pero pronto perdí el miedo pues el anciano viéndome un poco reticente a avanzar me tomó de la mano y continuó guiándome con suma determinación.
A cada paso un tenue resplandor parecía iluminar el camino.
El hombre ahora me arrastraba por un laberinto de piedra, sorteando un extenso lago hirviente con arroyuelos humeantes que transformaban la atmósfera con un calor sofocante. Más delante aparecieron muchas charcas, pero esta vez de flamas lamientes.
Empezamos a encontrar en nuestro camino hombres y mujeres, todos decrépitos, dolientes, lamentando su pasado de pecados y horrores. Los había pobres, nobles y hasta reyes, todos compartían el mismo lugar y el mismo destino resignado aunque el terror los dominase.
Entonces un abismo se apoderó de todo y acompasando ese coro morboso de pavorosos gritos y lamentaciones se escucho la voz de mi guía diciendo:
-Aquí estamos, esta ahora será tu casa eternamente…
Y la risa del demonio resonó en las profundidades dejándome perdido irremediablemente en el infierno del que siempre descreí.
Ahora recuerdo todo, lo que hice no tiene perdón y lo peor es que ya es tarde para arrepentimientos…

Fin.
Silvia.

2 comentarios:

La Garrapata Vegetariana dijo...

jeje, muy bueno.

Como dice el dicho "Las brujas no existen, pero que las hay... las hay"

Silvia dijo...

Sip...
Sabias palabras las suyas Garrapata!! jeje!!
Gracias por pasar!!!